Así es fácil entender que existe tecnología, desde que empezamos a generar instrumentos o herramientas para mejorar o transformar la realidad. Antes inclusive de ser homo sapiens sapiens, recordemos que el homo habilis fue el primero en utilizar herramientas, hace al menos 2.400.000 años.
Sin embargo, cuando hablamos del surgimiento de la Tecnología Educativa, hay autores que se ubican entre los años veinte y treinta del siglo pasado, con las primeras aplicaciones educativas de la radio (no precisamente formales).
En el aspecto formal, queda claro es que la introducción de la tecnología en el sistema educativo, se dio a través de la metodología conductista de Skinner. En 1968, publicó the technology of teaching, la tecnología de la enseñanza. Hoy por hoy, la metodología conectivista de Siemens y Downes está teniendo interesante repercusión.
Un elemento crucial que colaboró y mucho en el desarrollo de la Tecnología Educativa, desde los años sesenta y aún hasta nuestros días, es el uso y la masificación de artefactos o dispositivos conocidos como Tecnologías de la Información y la Comunicación.
Recordemos que éstos, almacenan, recuperan, transmiten y reciben información en forma digital. El concepto de TIC, incluye por ejemplo, la radio, la televisión, los teléfonos celulares, las computadoras, etcétera.
Estamos de acuerdo en que es necesario tener conocimiento y habilidades en el uso de la tecnología, pero más importante todavía, es la actitud para querer educar y aprender con estas herramientas o artefactos. Los estudiantes nos reclaman un uso inteligente de las tecnologías para la educación. Usar presentaciones multimedia como única propuesta formativa, claro que aburre, y más todavía más, si no ofrece un beneficio sustantivo más allá, de alguna instrucción directa en una clase magistral.
Estudiantes de Didáctica Universitaria nos muestran una habitual convergencia entre lo tradicional del tereré y el uso-presencia de la tecnología disponible en clase. Foto: Eliana Miranda |
En este sentido, una de las capacidades para afrontar adecuadamente el proceso de aprendizaje con la tecnología, es planificar y gestionar el tiempo para el aprendizaje. No dejar las cosas para última hora. Poner la mejor actitud y desarrollar la capacidad para plantear y resolver problemas. Son aspectos claves de lo que implica ser docente en el siglo XXI.
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